lunes, 16 de septiembre de 2013

WanderVoguel



De qué sirve el afán juvenil.
Si su energía no se consume en pos de una empresa trascendente.

De que sirven los años mozos.
Si en ellos no derramamos idealismo a vivo rojo.

De qué sirve haber sido siempre feliz.
Si no has amado desaforadamente con la traición y el desencuentro.

De que sirven los recuerdos vanos.
Sin hazañas para contar de anciano.

De qué sirve haber vivido ese tiempo.
Sin haber luchado por algo nuevo.

De que sirven las fotos viejas.
Si son solo estáticas, son vida muerta.

De qué sirve ese vino añejo.
Si nunca caíste ebrio, borracho, al piso.

De qué sirve mirar el boxeo.
Si nunca sentiste el poder de tu puño certero.

De qué sirve esa fuerza divina de la adolescencia.
Si nunca la quemaste con razón incierta.

La vida es riesgo, vive la Vida.
Para vivirla se necesita energía.

Aunque reencarnes, esta es tu chance.
Tu oportunidad de inmolarte.
Resucitar,
ser fuego,
tormenta,
volar y caer de vuelta,
levantarte y andar a cuestas,
correr y romper las cadenas,
saltar y llegar al cielo,
remar contra el viento,
soñar hasta el infinito,
y gritar que sigues vivo.

El Hidalgo Vitalista


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